Por: Arthur González.
No hay nada mejor que un día tras otro. Los que acusan a Cubade violar los derechos humanos y supuestamente “reprimir” a los asalariados de Miami, convertidos en “disidentes” por obra y gracia de las campañas mediáticas, ahora aprueban leyes que constituyen fragrantes violaciones de los derechos de sus ciudadanos.
En este caso se encuentra España, la que según el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Ulloa, el Ministerio del Interior Jorge Fernández Díaz, confirmó que encadenarse por los brazos durante una manifestación para impedir ser desalojado por agentes de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad, será considerado un atentado a la autoridad, al igual que lo es hoy en día agredir a un agente.
Si esta noticia fuera hecha por las autoridades cubanas, otro gallo cantaría. Seguramente la Unión Europea estuviera convocando una reunión urgente para condenarnos. Pero el caso es en España, donde escasea la vergüenza entre algunos funcionarios que ahora proponen aprobar una ley que no respeta los derechos de sus ciudadanos.
Hace solo unos meses el propio Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo Marfil, acusaba a Cuba de violar los derechos humanos, cuando murió Wilman Villar Mendoza, un cubano que cumplía prisión por golpear consuetudinariamente a su esposa, y agredir a los agentes de la policía cuando lo conducían a la Unidad Policial, producto de la denuncia de su propia suegra. Para él Ministro y un grupo de admiradores de la política norteamericana, esos actos no son delitos, ya que Wilman era considerado un “opositor” al régimen de Castro y por tanto no pueden ser delincuentes sino “disidentes”.
Similar acusación nos hizo el flamante Ministro por la actuación popular contra las provocaciones orquestadas por las denominadas Damas de Blanco, bajo la tutela de la Sección de Intereses de los EE.UU. en la Habana, incluso según expresó Berta Soler, cabecilla de esa organización, García Margallo en persona la llamó telefónicamente para expresarle su apoyo incondicional, en momentos donde España arremetía salvajemente contra los indignados por falta de trabajo, pérdida de viviendas y del nivel de vida, pero estos españoles no son considerados opositores ni disidentes, sino “revoltoso”.
Esta es la doble moral de los que exigen a otros que hagan lo que ellos no hacen. De ahí el proverbio popular de haz lo que yo digo pero no lo que yo haga.
Por eso García Margallo asegura que no vendrá a Cuba si no puede ver a los “disidentes”, como si alguien lo hubiese invitado. Personas así preferimos que se queden en su casa, y tratar de resolver los graves problemas que tiene allá, como la crisis económica que los ha obligado a reconocer la recesión en que se encuentran.
Evidentemente previendo más protestas populares, corren a aprobar más medidas legales que los ampare para arreciar la represión contra su pueblo.
Pero ante esto la Unión Europea y los EE.UU., enmudesen.
Deja una respuesta