Por: Arthur González.
Mucha paciencia, inteligencia y sabiduría hay que tener para leer lo que se publica por algunos contrarrevolucionarios al servicio de los norteamericanos.
Recientemente la más premiada de las cubanas y cubanos desde que Colón colonizara estas tierras, debido a un proyecto diseñado y estructurado desde Estados Unidos, la Sra. Yoani Sánchez Cordero escribió en su blog “Generación Y”, una crónica sobre la reunión del grupo “Observatorio Crítico” que tuvo un lugar en un parque habanero, dedicado a uno de los grandes filósofos de la humanidad, Karl Marx.
Después de recrear el ambiente del parque con una supuesta remembranza de su niñez con el acostumbrado toque hipercrítico difamador, con menciones falsas como la supuesta detención de activistas y periodistas antes de llegar y conducidos hacia barrios distantes para que no participaran, lo matizó con algo inexistente, para darle más sabor conspirativo a algo que no lo fue, en este caso con el relato de que horas antes las inmediaciones del parque habían sido tomadas por la policía política y por guardias uniformados. ¿Habrá visto ella esas posiciones desde su balcón en lo alto del piso 12 o algún ave de paso se lo contó? Ella como de costumbre no participó. Tampoco cuando vino el Papa Benedicto XVI intentó llegar a la misa, ni a otras acciones provocativas donde imagina que pudiera ser detenida, ¿será por casualidad o por orientaciones que recibe con antelación para mantenerla limpia y fuera de peligro? Algún día lo sabremos.
Pero en fin, ni policías políticos, ni guardias uniformados, ni nada que se le pareciera, pero como la participación fue escasa, allá fue el manido pretexto de las detenciones. ¡Qué poca creatividad!
Pero lo mejor de su crónica fue el final, donde asegura que “este país varado en la inercia política necesita echar a andar, le urge emprender el sendero de la pluralidad y la democracia” y empezar a moverse.
Tal parece que ella vive en otro mundo. En Cuba hay debates de pluralidad a diario, solo que tiene que bajar del piso 12 donde vive mirando el horizonte gracias al más de medio millón de dólares que ha recibido en premios en solo 5 años, no visitar solamente embajadas, residencias diplomáticas y restaurantes de lujo invitada por extranjeros que vienen a trasladarle orientación de cómo actuar.
Si visitara más su ciudad, podría escuchar en el parque central a hombres de pueblo analizar los más diversos temas que afectan a los cubanos de a pie, participar abiertamente, no con pelucas y gafas oscuras, las consideraciones que se alcanzan en los encuentros de la Revista “Temas”, o en los debates de la UNEAC, la Casa de las Américas, la Casa de África, el Centro de Estudios Martianos y muchos espacios académicos más, donde participan intelectuales con una carrera seria, no construida en el exterior para conformar un proyecto contra la Revolución, como el que le hizo el prófugo de la justicia cubana por poner bombas en cines, teatros y tiendas de la capital, Carlos Alberto Montaner.
Podrá además ver como en un teatro actúan homosexuales y travestis sin la menor represión o disfrutar una muestra totalmente libre de expresión y tendencias como las que se exhiben hoy en la Bienal de la Habana, incluido el barco de la Tolerancia con un alto contenido artístico y humano.
Sin dudarlo, los que necesitan de pluralidad y la democracia no son los cubanos de Cuba, sino los que un día salieron hacia los EE.UU. y por sus posiciones poco plurales y democráticas, contra todo lo que sea diferente a lo que ellos digan o piense, lo mismo queman una obra de arte, que rompen discos, sabotean un concierto o una obra de teatro, acusan a un hombre de la iglesia de oficialista y hasta de comunista, sino repite exactamente lo que ellos desean escuchar.
Si quiere comprobarlo solo tiene que preguntarle a la dueña de la agencia de viajes charters a Cuba que acaban de quemarle su oficina, o al Cardenal Jaime Ortega o quizás a Alfi Fanjul o al mismo Carlos Saladrigas, que por decir que la cosa en Cuba no está como la pintan en el “Café Versalles” de Miami, lo están condenando. Lamentablemente ya no le puede preguntar a la finada Juanita Castro Ruz, que por no querer desearle la muerte a su hermano Fidel, cuando enfermó de forma repentina, la quisieron sacar de Miami y enviarla de vuelta a Cuba, acusada de comunista infiltrada y dueña de una “FARMAFIA”, por lo que tuvo que desvelar su verdadera historia de agente de la CIA, para poder limpiar su imagen.
¿Entonces, dónde hace falta la pluralidad y la democracia?
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