Como si el mundo estuviera lleno de idiotas, la mafia terrorista de Miami cuestiona cuanta medida ejecute el gobierno norteamericano en relación a Cuba y que ellos piensen pudiera perjudicarlos financieramente.
Cada vez que surge alguna situación que los mafiosos interpretan como que ambos gobiernos se van a poner de acuerdo para mejorar las relaciones, de inmediato crean un problema, gritan acusan y tergiversan la circunstancia para impedir que se le suspenda el otorgamiento de los 20 millones de usd anuales que les asigna el gobierno para sus acciones subversivas.
Un claro ejemplo fueron las continuas provocaciones efectuadas por los llamados “Hermanos al Rescate”, al interpretar que el gobierno de Clinton estaba a punto de levantar la prohibición de los viajes de norteamericanos a la Isla. El resultado lo conocemos, varios vuelos violando el espacio aéreo cubano, lanzamiento de proclamas contrarrevolucionarias encima de la capital y el caso omiso a los mensajes de alerta. Al final Clinton calló en la trampa y firmó la conocida “Ley Helms Burton”, entregando al congreso la posibilidad de levantar el bloqueo a Cuba, en manos del presidente hasta ese momento.
Ahora pasa algo similar. Obama permitió los viajes de los cubanos a la isla sin límites, y está otorgándoles licencias a los norteamericanos para que intenten hacer influencia sobre los cubanos con el fin de derrocar la Revolución. Lo último que hizo fue aprobar 60 visas a académicos e intelectuales cubanos para participar en el evento de “LASA”, Asociación de estudios latinoamericanos, entre las que está nada menos que la Dra. Mariela Castro Espín, hija del actual presidente y sobrina de Fidel Castro. Suficiente.
La mafia se siente amenazada y ha formado una alharaca como si el mundo se fuese acabar por ese motivo. Su odio visceral se ha revuelto y los escándalos se escuchan en el cono sur. Así funciona esa maquinaria creada por la y las diferentes administraciones norteamericanas.
No aceptan nada que pueda poner en peligro el dinero del que viven hace 53 años, al fin y al cabo ser contrarrevolucionarios es una carrera muy bien pagada y con eso no se juega. Solo hay que leer los nombres de los que gritan para comprobarlo, todos viven del negocio de Cuba.
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