Una exposición sobre ambientes artísticos de las Jornadas «Cucalambeanas», en estos días en su XLV edición, matizaba hoy aquí este evento al que asisten representantes de siete países.
Hans Ulrich Meyer (1950) llevó a su muestra imágenes sobre tradiciones musicales y costumbristas campesinas que en estos encuentros orbitan sobre la práctica de la décima como estrofa poética.
La exposición del artista gráfico, que asiste a estos festejos desde 1999, refleja ambientes como los de las danzas campesinas cubanas, agrupaciones musicales y otros presentados en estos encuentros.
El lente del fotógrafo germano aprehende los entornos plásticos y gestuales de esos bailes típicos junto a otros que caracterizan rostros e instrumentos de los intérpretes musicales.
Fotos llenas de movimiento y colorido captan también la fiesta cubana en su sentido más puro y popular en escenarios cerca del río Cornito, donde vivió el poeta que da nombre a este evento.
Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé, 2829-1861) está también presente en fotos sobre las Flores de Birama, fabulación poética y halago del bardo tunero sobre la mujer tunera, y cubana en general.
La plasticidad y pureza de las 16 muchachas que presiden estos encuentros (dos por cada uno de los ocho municipios de Las Tunas), es otro valor gráfico de la muestra de Meyer.
Un jurado nacional elige entre ese grupo la dama que «reinará» la edición en curso, cuya elección durante las primeras actividades de esta XXLV edición recayó en la joven Marina Rojas Pérez.
Certamen que valora la suma de cualidades físicas, ético-morales y culturales, las muchachas elegidas en él presiden las galas nocturnas y otras fiestas de la Jornada.
Entre las primeras actuaciones de los repentistas o improvisadores de décimas, cuya presencia es motivo central del evento, figuró el tema de estas «flores» como inspiración de los poetas.
Una cabalgata de 45 jinetes, en alusión a cada uno de los aniversarios de vida del evento, matizó la inauguración este miércoles de esta edición y anunció el inició de las competiciones ecuestres.
El convoy, que se extendió por varias cuadras, partió desde la Plaza Calé, donde se celebró en 1966 la primera edición y cabalgó cinco kilómetros hasta la finca junto al río Cornito donde vivió el poeta.
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