Por: El Duende
El diario “El País” de España, una publicación de la cual nadie puede sospechar que tenga las mejores simpatías por el gobierno revolucionario de Cuba, publicó en la mañana de hoy una crónica de su corresponsal en Washington, el periodista Antonio Caño, que más bien parece por su estilo de redacción, una opinión editorial que una información reporteril.
Para nadie es un secreto en los medios periodísticos que el diario “El País” que pertenece a la empresa editorial “PRISA”, una compañía bajo el control de una poderosa firma norteamericana de Wall Street está estrechamente ligada a la política exterior del Departamento de Estado norteamericano, algo que nos inclina a pensar que “El País” con esta información que a continuación vamos a reproducir en todas sus partes-aun aquellas con las que no estamos de acuerdo- le está abriendo el camino al Presidente Barack Obama para que encamine sus pasos a una nueva política hacia Cuba que bien pudiera poner fin al Bloqueo de Estados Unidos contra la isla que data de más de 50 años.
Curiosamente- tendríamos que señalar- que el artículo de “El País” titulado “Los últimos días del embargo a Cuba” no apareció impreso en la edición de ese diario madrileño que se distribuyó en la mañana de hoy para los suscriptores de “El Nuevo Herald en Español”.
Al margen de las posibles especulaciones de por qué no salió este artículo en “El País” de la mañana de hoy que se distribuye en Miami- capital del extremismo de la derecha cubana-, aquí va reproducido su texto en toda su extensión sin quitarle ni agregarle un punto o una coma. Dice así Antonio Caño corresponsal de “El País” en Washington:
“Los últimos días del embargo a Cuba”
Entre los cambios históricos que se registraron en las elecciones presidenciales norteamericanas del 6 de noviembre, uno de los más notables fue el de la victoria, por primera vez, de un candidato del Partido Demócrata, entre la comunidad cubana de Florida. Eso, unido a las tímidas medidas aperturistas puestas en marcha por el régimen cubano en los últimos meses y al mayor margen de maniobra de que dispone en Washington un presidente que no puede ser relegido, crea el mejor escenario que se ha conocido nunca para el levantamiento del embargo económico de Estados Unidos a Cuba, una reliquia de la política exterior norteamericana que ha sobrevivido hasta ahora pese a su ineficacia y su falta de apoyo internacional.
La semana pasada, en la ritual votación anual en la Asamblea General de las Naciones Unidas, todos los países condenaron ese embargo, con excepción del propio Estados Unidos, que solo tuvo el apoyo de Israel y Palau. La impopularidad de esa medida es evidente desde hace tiempo. También es obvio que, después de 50 años en vigor, no solo no ha servido para obligar al Gobierno cubano a adoptar medidas democratizadoras, sino que muchas veces ha sido la excusa para no tomarlas.
Si el embargo ha sobrevivido hasta ahora ha sido, simplemente, porque tenía el apoyo del exilio cubano, de fuerte influencia en el sur de Florida, un estado fundamental en la pugna electoral en este país. Pero eso ha cambiado ya. Nuevas generaciones de cubanos nacidos o crecidos en Estados Unidos no se sienten obligados a ser fieles al Partido Republicano como la única garantía frente al comunismo ni creen que la batalla contra Fidel Castro deba de ser el motivo de sus vidas. Por primera vez, un cubano-americano del Partido Demócrata, Joe García, ha sido elegido para ocupar un escaño por Florida en la Cámara de Representantes. Educados más en la solidaridad con sus familiares y compatriotas de la isla que en el odio a quienes obligó a sus antepasados al exilio, esa generación simpatiza con las medidas para facilitar el intercambio tomadas por Barack Obama y tiene el deseo de aumentarlo todo lo posible.
Esa corriente se ve, igualmente, favorecida por todos aquellos, sobre todo en Florida, que ven oportunidades económicas en Cuba y quieren que sus posibilidades de negocio no se vean limitadas por decisiones políticas que, además, resultan anacrónicas. Estados Unidos favorece las relaciones económicas con otro país comunista, como China, y, hasta hace poco, ha permitido cierto intercambio comercial con naciones rivales, como Irán, y continúa permitiéndolo con otras, como Venezuela. Los empresarios están desde hace tiempo entre los sectores que favorecen el levantamiento del embargo.
Siguen existiendo algunos que se resisten a dar ese paso. Los representantes republicanos de la comunidad cubana en el Congreso aún estiman que el levantamiento del embargo serviría para dar oxígeno al régimen de los hermanos Castro, precisamente en el momento en que ambos se aproximan al final de sus vidas.
Ese argumento, sin embargo, es débil ante el potencial que un mayor intercambio tendría para agilizar la transición democrática y estimular a los reformistas. El levantamiento del embargo podría, efectivamente, mejorar las condiciones económicas de los cubanos. Pero también facilitaría la presencia en Cuba de los grupos de oposición que actúan desde Florida y, sobre todo, pondría en manos de la oposición interna instrumentos de movilización de los que ahora mismo carecen. Con más dinero, más ordenadores, más teléfonos móviles, acceso a Google y a Twitter, las posibilidades de comunicar la realidad sobre el sistema político cubano se ampliarían considerablemente. Por otra parte, es dudoso que una población menos angustiada por la economía no estuviera también más interesada en la democracia.
Barack Obama, que inició su presidencia con gestos de buena voluntad hacia el Gobierno de La Habana parecía compartir ese punto de vista. Pero, frustrado por la poca receptividad del régimen, y acuciado, como sus antecesores, por el calendario electoral, abandonó enseguida ese camino. Ahora, más preocupado por su legado histórico, tiene una gran oportunidad de hacer algo que, probablemente, sería recordado como el principio del fin del comunismo en Cuba. El levantamiento del embargo tendría, junto a sus repercusiones previsibles, un efecto político y sicológico que serviría para marcar un antes y un después en las relaciones de Estados Unidos con Cuba y con toda América Latina. En estos momentos, eso es posible sin dejar sobre el siguiente candidato presidencial demócrata el pesado lastre de una derrota segura en Florida. Más bien, todo lo contrario.”
Hasta aquí el artículo de Antonio Caño corresponsal en Washington del diario “El País” de Madrid una influyente publicación española que en los últimos tiempos- desde que está bajo el control financiero de la firma norteamericana de inversiones “Liberty” de Wall Street se ha convertido en una especie de vocero no oficial en español del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Basta agregar que el autor de este informe periodístico, Antonio Caño lleva más de 30 años de dedicación a la cobertura de la actualidad internacional, la mitad de ellos vividos en EE UU y América Latina. Actualmente, es corresponsal en Washington.
Después de leer este artículo sobre Cuba y el Embargo del corresponsal de “El País” en Washington tendríamos que repetir lo que dice el agudo periodista de “La Mesa Redonda” de la televisión cubana Reynando Taladrid : “Saque Ud. sus propias conclusiones”. Y ahí se las dejo- digo yo- y los pongo a pensar.
Y hasta mañana amigos de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría.
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