Por: Arthur González
Como si fuera la bíblica “Torre de Babel”, en la ciudad de Miami conviven terroristas, asesinos, torturadores y sus víctimas. Desde 1959 cuando el gobierno norteamericano permitió la entra ilegal a su territorio de los asesinos y torturadores de la dictadura del presidente Fulgencio Batista, en las calles de Miami se pasean libremente, junto a muchas de sus víctimas que con posterioridad se fueron a residir en la misma ciudad.
Así las cosas, ex policías, militares y miembros de los cuerpos represivos batistianos se abrieron paso en ese país, sin que jamás fueran juzgados por sus crímenes, entre ellos Esteban Ventura Novo, Conrado Carratalá, Francisco Tabernilla Dolz, Orlando Piedra Negueruela y muchos más, como los padres de los hermanos Lincoln y Mario Díaz Balart y el de la también congresista Ileana Ros Lehtinen, ambos testaferros del dictador.
Después han llegado otros, como el asesino terrorista Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, ambos autores de la voladura de un avión civil cubano donde murieron 73 personas inocentes y de las acciones terroristas contra instalaciones hoteleras de la Habana, causante de la muerte del turista italiano Fabio Di Celmo. A la lista se suman Carlos Alberto Montaner, que de terrorista ponedor de bombas y petacas incendiarias para destruir centros comerciales y cines en Cuba, ha devenido por obra y gracia de la CIA en “analista político” en Miami.
También se incluyen Guillermo Novo Sampoll, terrorista y participante del asesinato del canciller chileno Orlando Letelier y su secretaria Ronni Moffitt; Gaspar Jiménez, asesino del diplomático cubano Dartagnan Díaz; Reinol Rodríguez, cómplice del asesinato en Puerto Rico de Carlos Muñiz Varela; Pedro Remón, asesino de los diplomáticos cubanos Félix García y de Eulalio Negrín en New York, lo que ejecutó junto a Eduardo Arocena, Andres García y Eduardo Losada, todos residentes en Miami; Roberto Frómeta, terrorista y autor confeso de acciones terroristas contra Cuba; Eduardo Arocena, además de asesino, terrorista jefe del comando que introdujo en Cuba el virus del Dengue, que causó la muerte de 158 personas de ellos 102 niños, y muchos otros más que acuden libremente al café Versalles a jactarse de sus actos criminales, sin ser molestados por el FBI y en muchas ocasiones se cruzan con familiares de sus víctimas residentes hoy en esa ciudad.
Incluso la familia de los actuales senadores Marco Rubio y Edward Ted Cruz, también salieron de Cuba huyéndole a las torturas y asesinatos de Ventura y Carratalá, para encontrarse finalmente bajo el mismo cielo.
Así es como actúa EE. UU. el “campeón” de los Derechos Humanos del mundo, con esa moral en ropa interior se toma la facultad de acusar a otros, mientras ellos son un verdadero nido de ratas.
¿Dónde está la justicia? Los pueblos no olvidan, por eso no se les puede engañar con propaganda y campañas mediáticas.