Por: José Buajasán*
Los cubanos, creyentes o no, nunca debemos olvidar a todos aquellos sacerdotes que dedicaron su vida a la causa de los humildes, a la independencia de Cuba y a la defensa de la Revolución, aquellos que constituyen un verdadero ejemplo de cristianismo.
Entre ellos, el cura Félix Varela y tantos otros que enseñaban en el Seminario “San Carlos y San Ambrosio” como Rafael María de Mendive –maestro de Martí- el Padre José Agustín Caballero, su sobrino José de la Luz y Caballero y José Antonio Saco, precursores del independentismo y de las ideas más avanzadas en la Cuba colonial.
Igualmente debemos recordar a todos los que no abandonaron a su pueblo en los momentos difíciles y fueron ejemplo de honradez y limpieza moral. Entre ellos, los sacerdotes franciscanos Ignacio Biaín y José Sarasola, el comandante Guillermo Sardiñas y el padre Moisés Arrechea y los pastores presbiterianos Raúl Fernández Ceballos, Sergio Arce y Rafael Cepeda.
Jugaron igualmente un papel de verdadero cristianismo el cura Germán Lence González y los numerosos laicos católicos que se congregaron en la organización “Con la Cruz y con la Patria” tales como Lula Hortsman y su esposo Pepelin Leyva compañero de lucha de Rafael Trejo, Esterlina Milanés Dantín, torturada y vejada por los esbirros de Batista, José Márquez de la Cerra, Yolanda Appiani, Francisco Menéndez, Antonio Peña Barberá, Fernando Pruna y tantos otros que siempre siguieron las enseñanzas del P. Varela y de Cristo y nunca entendieron el por qué del cambio de nombre y clausura del Seminario glorioso de San Carlos y San Ambrosio por el de El Buen Pastor, además de preguntarse del por qué los restos del padre Varela descansan en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y no en la Catedral de esta ciudad.
La indagación sobre estos raros hechos llevó a muchos católicos a conocer que la mayor parte del clero que se enfrentó a la Revolución desde los primeros días de la victoria en enero de 1959, estaba influenciado por el de tendencia falangista y franquista de nacionalidad española heredero del colonialismo, que nos dejó la intervención norteamericana y que nunca aceptó como santos a los libertadores de México los curas Manuel Hidalgo y Costilla, y José María Morelos y mucho menos se sentían orgullosos del papel del Seminario dirigido por el prestigioso obispo Espada y de la actuación de Varela.
En cambio, no fueron buenos ejemplos para la grey católica la conducta del Obispo de Cienfuegos Eduardo Martínez Dalmau que justificó los crímenes que se cometieron en esa provincia el 5 de septiembre de 1957 a cambio de un donativo de Batista así como el silencio cómplice de muchos dirigentes eclesiásticos ante los asesinatos de jóvenes católicos como Luis Morales Mustelier, Juan Fernández Duque, Ciro Hidalgo, René Fraga Moreno, los cuatro estudiantes de la Universidad de Villanueva, y José Luis Arruñada Martín.
Antes del triunfo revolucionario durante gobiernos ladrones y criminales como los de Machado y Batista prevalecía la no existencia de pastorales condenatorias de esos crímenes, pastorales que surgieron y se leían casi todos los días en todas las iglesias contra las leyes de la Revolución, antes de que se proclamara socialista.
Incluso recordamos como en las filas de los que fueron a solidarizarse con el tirano por salir ileso del ataque a Palacio el 13 de Marzo, figuraban prominentes figuras de la jerarquía católica y el cura Eduardo Boza Masvidal envió carta al tirano manifestando su alegría y solidaridad por haber resultado ileso.
Los enemigos de Cuba, y entre ellos aquellos que dicen ser católicos, acusan a la Revolución de haberlos perseguido. Sin embargo, sabemos que los que sí persiguieron fueron los que dirigían centros religiosos y algunos colegios privados católicos donde por cierto no había ni un alumno negro o mulato así como la Universidad de Villanueva que expulsaron de esos centros a los estudiantes revolucionarios.
Los padres Lence y Biaín fueron castigados prohibiéndoles ejercer su ministerio y los miembros de Con la Cruz y con la Patria también lo fueron.
Hay que recordar la lista de alumnos enviada por el Rector norteamericano de la Universidad Católica de Villanueva P. Kelly al segundo Jefe del Buró de Investigaciones Comandante Ricardo Medina, con vistas a que investigara su militancia y así proceder.
Sin embargo, este cura norteamericano no exigió que se esclarecieran los asesinatos de varios de sus alumnos asesinados por el Ejército en Pinar del Río.
Tenemos la obligación de refutar las mentiras de los que violan entre otros mandamientos el octavo.
La Revolución Cubana, dirigida por Fidel, tuvo el mérito de que a pesar de haber sido combatida a sangre y fuego por el clero falangista, no ejecutó a un solo sacerdote o monja, ninguna religiosa fue violada o detenida y ni un solo templo fue saqueado o quemado.
Los historiadores saben que ese proceder no existió en ninguna otra Revolución y que incluso, en la Revolución Española, al personaje histórico que defendían en Cuba los que atacaban la Revolución Cubana, era al general Francisco Franco y Bahamonde que tiene el record de haber asesinado a numerosos curas y religiosos allá en España. Si no creen en lo que afirmo, se debe preguntar al pueblo vasco.
En muchos artículos que se publican por algunos periódicos o revistas que se dicen católicos, no se habla ni una sola palabra del Nuncio César Zacchi fiel representante del santo Papa Juan XXIII que se negó a excomulgar a Fidel y a la Revolución a pesar de las gestiones de los malos católicos y sus amos del Norte, ni se dice una sola palabra del Arzobispo de La Habana, de grata memoria, Francisco Oves Fernández.
Los cubanos, que nunca hemos sido antirreligiosos, respetamos y consideramos como patriotas a Varela y todos los católicos y religiosos que defendieron a su Patria, desde el P. Francisco Escambra que fue fusilado por el colonialismo español por defender la independencia y a aquel sacerdote que guardó en su panteón particular y bajo su nombre los restos del general negro Quintín Bandera que por órdenes de Estrada Palma debía ser sepultado en una fosa común.
También rendimos tributo a religiosos y curas latinoamericanos como el obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado por los que se dicen demócratas y anticomunistas, muy amigos y socios de la mafia de Miami y por supuesto de los “disidentes” del patio; del P. Camilo Torres, de las monjas violadas y asesinadas en El Salvador y de la comunidad jesuita masacrada salvajemente en ese país. De estos verdaderos católicos hay que acordarse y los amigos de sus asesinos pedir perdón, como deben hacer para limpiar sus pecados por los numerosos crímenes cometidos contra los pueblos y también pedir perdón a las familias de esos jóvenes que fueron confundidos y engañados convirtiéndolos en enemigo de su Patria, enfrentándolos a su pueblo para dirigir y morir al frente de bandas de asesinos, redes de la CIA y organizaciones contrarrevolucionarias que cometieron crímenes espantosos, asesinando a obreros y campesinos y quemando tiendas, cosechas e industrias, acciones que no tienen nada de cristianas.
Una medida muy justa y verdaderamente cristiana sería canonizar al Siervo de Dios Félix Varela y acabar de aceptar que el milagro que esperan no es otro que la Independencia de Cuba que se logró después de muchos años de lucha y sacrificio, incluso con sangre de creyentes católicos.
¡Ah, se me olvidaba! Sería bueno pedir perdón al pueblo de Cuba por la Operación Peter Pan!
*José Buajasán Marrawi, historiador, investigador y escritor cubano.
Nota: Félix Varela ya es un “venerable” de la Iglesia.
Semana santa
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