En el centro capitalino de la ciudad de Las Tunas, capital de la oriental provincia de igual nombre, a 690 kilómetros de La Habana, gozan de vitalidad los frutos de un manzano, que sobrevive a las condiciones tropicales de Cuba, nada propicias para su cultivo.
Sin gran expectativa lo sembró en su patio la jubilada Elmis Tamayo Acosta, residente en Gonzalo de Quesada número 142, entre las calles Lico Cruz y Martí, donde ahora crecen más de una decena de frutos, tras aplicar hielo al tronco de la planta, una práctica de la cultura popular en desafío a las altas temperaturas.
Elmis obtuvo en el 2012 una manzana con el sabor tradicional, pero este año, al verla florecer nuevamente se animó a darle más atención, y ahora está muy contenta con el resultado de una de las cinco semillitas con que comenzó a probar hace seis años, cuando nacieron dos posturas.
El manzano se planta en numerosas latitudes, principalmente en climas templados, por lo cual no se cultivan bien en regiones tropicales o subtropicales, pero la experiencia tunera se corresponde con su ciclo evolutivo, cuya entrada en producción se enmarca entre el segundo y sexto año de desarrollo, considerado este último como el de edad adulta.
La jubilación es otra etapa de la vida
A Elmis le encantan las plantas, “yo soy guajira, de un barrio de allá de Jobabo (Rinconcito), a los 16 años me casé y me fui para Cuatro Caminos”, luego se mudó para esta ciudad, donde “he vivido en patios grandes y nunca me había dado por esto; quizás la separación de mis hijos que trabajan fuera, me ha dado por entretenerme más en esas cosas y me ha dado resultado”.
“Me siento bien, con salud, deseos de seguir viviendo, de estar activa; tengo algunos achaques y voy a cumplir 60 años, pero estoy contenta con lo que hago, con mi familia, y mis amistades; tengo una amiga que la quiero mucho, se llama Mary Luz Fonseca, me visita a menudo, ya se jubiló también, ahora nos vamos a visitar más, tengo mi hermana que trabaja cerca de la casa, tengo todo el tiempo ocupado”.
Los manzanos, limón, naranja, mandarina, ciruela y la cereza surgieron con su jubilación, y lleva dos años como vendedora de flores naturales por cuenta propia, que “es empezar otra etapa de la vida, trabajé 34 años con el estado, y hace cinco me jubilé, a veces pienso que tengo más energía ahora, antes me levantaba y estaba cansada de los viajes a los municipios, pero estoy hasta hoy bien, hasta que Dios lo permita”.
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