Por: El Duende
Desde que se establecieron unas relaciones de mutuo respeto entre la Iglesia católica y el gobierno cubano, tanto con el Vaticano en Roma como con la jerarquía criolla que encabeza el Cardenal Jaime Ortega Alamino, no han faltado intentos por descarrilar ese buen entendimiento por parte de quienes en el Departamento de Estado en Washington como de los recalcitrantes de la extrema derecha de Miami que pretenden que la Iglesia católica cubana les sirva de instrumento como lo fue en la década de los años sesenta del pasado siglo , cuando la CIA manejaba a los curas a su antojo para beneficio de sus planes encaminados a derrocar por una invasión –Playa Girón- al gobierno revolucionario.Han pasado los años y la visita a Cuba de dos Papas, así como una buena relación entre la jerarquía católica cubana con el gobierno de la isla, han dejado atrás aquellos difíciles tiempos de confrontación, para dar paso a unas buenas y normales relaciones entre las partes.
Sin embargo hay algunos factores externos e internos que están interesados en volver a reeditar el negativo conflicto entre la Iglesia y el Estado Revolucionario. “Hay que enredar a la Iglesia en esta Vaina”, dice y repite un laico calambuco de Pinar del Rio, hombre taimado e intrigante que cuando así se expresa, apunta su lengua para un sacerdote oriental con ínfulas y ambiciones cardenalicias, a quien el ego y el delirio de publicidad le come las entrañas, hasta el punto de que cuando tiene una cámara de televisión frente a él, se le transforma el rostro que lo hace parecer más a un Diablo que a un Santo.
Hablar mal del Cardenal Ortega es costumbre suya cada vez que viene de visita a Miami el susodicho curita oriental. Y aquí por supuesto, hay quienes le alientan por ese camino. Aunque por suerte en Roma están al tanto de la provocadora jugada, hasta el punto que según me dice una fuente jesuita, el asunto ha llegado hasta el mismísimo Papa Francisco. “Hay que enredar a la Iglesia en esta vaina”, dicen los provocadores. Aunque bien sabido es, que guerra avisada no mata soldados. Y menos sabios Cardenales. Digo yo.
Entre un “Tomasito” y un “Francisquito”.
Los electores de la ciudad de Miami se enfrentarán a un dilema cuando se celebren las elecciones para escoger al Alcalde municipal. Tendrán que escoger entre un “Tomasito” Regalado y un “Francisquito” Suarez, o lo que es lo mismo, entre dos hombres que por sus años, apariencia y métodos de hacer política, representan dos estilos muy distintos , cada uno de ellos muy propios de la generación a la que pertenece cada cual.
“Tomasito” es de la vieja escuela, es decir más orientado al método que empleaban los viejos políticos tradicionales, tanto en la Cuba de ayer como en el Miami del pasado Siglo XX, en que las elecciones se ganaban por el contacto personal de los candidatos con los votantes, conducidos a las urnas por las maquinarias políticas, con sus “sargentos” al frente de la contienda, mientras que su contrincante, Francis Suarez- “Francisquito” le decía de muchacho en la escuela- pertenece a la nueva generación de cubano-americanos, que nacidos en Estados Unidos se dicen más modernos, y como tales, basan su estrategia política en la comunicación con sus electores vía Internet , lo que no le impide al tal “Francisquito” , hacer sus trampitas con las llamadas “Boletas Ausentes”. Es, como dice un viejo adagio cubano : “De su padre lo aprendió”.
Lo cierto es que como este Duende no es elector de la ciudad de Miami no me encuentro en el dilema de votar por un “Tomasito” o por su rival “Francisquito” lo que no me impide decir, que si fuera a escoger, me iría con aquello de “mas vale malo conocido que bueno por conocer”. Porque al menos al “Tomasito” le sabemos sus defectos, que pueden ser muchos , aunque no tan graves , mientras que del otro solo sabemos que es hijo de su Papá, el ex Alcalde Xavier Suarez, que cuando era un jovencito se nos presentó como una esperanza renovadora en la política local, para convertirse en un “Camaján” de carapacho duro igual que los demás.
Yo diría que como en Miami todo está al revés, a la hora de votar lo haría por “Tomasito”, el malo ya conocido, porque por el otro, el bueno sin conocer, el tal Francisquito, ni “regalado”.
Dale que dale con Cabrera Infante.
Raro es el día que en la Internet no nos topemos con un artículo evocador del periodista y escritor cubano fallecido en Londres, Guillermo Cabrera Infante.
A Guillermito lo conocimos en La Habana cuando todavía no era un “Infante Difunto”, sino simplemente un joven periodista de la revista Carteles, en la que escribía crónicas de cine- muy buenas sin dudas- bajo la tutela del exilado Republicano Español Antonio Ortega, a quien el director y dueño de la popular revista Bohemia, Miguel Ángel Quevedo, había colocado en la dirección de dicha publicación recién comprada por él, para controlar su competencia.
Cabrera Infante hacía las de Caín en sus crónicas de Carteles- y con ese seudónimo firmaba sus artículos, pero a decir verdad nunca se metió en política-había que correr sus riesgos- aunque sí lo hicieron un buen numero de sus amigos, lo que le valió que al triunfo de la Revolución en 1959 , de la mano de Carlos Franqui llegara Guillermito a la dirección del suplemento cultural “ Lunes de Revolución” , una publicación que desapareció arrastrada por una controversial polémica detrás de la cual estaba el control por la dirección de la política cultural de la joven revolución cubana.
Bien conocida es la historia de Guillermo Cabrera Infante para que de nuevo la vayamos a contar, que sería precisamente caer en lo que dio motivo a estas líneas de El Duende. Lo cierto es que en Cuba ya se han publicado recientemente dos libros bien extensos sobre Cabrera Infante y su obra intelectual, de grandes meritos sin lugar a dudas, pero nada de eso como para presentarlo como al “Hemingway cubano”, como quieren hacer creer sus “viudas” intelectuales del exilio cubano.
De que Guillermo Cabrera Infante era un periodista de talla y un escritor ingenioso, nadie lo discute. Ni siquiera sus más acérrimos detractores. Pero de eso, a presentarlo como un adalid de la democracia y la libertad de expresión, a otro con esa cuento. Caín y su “Padrino” Carlos Franqui, ex militante del PSP, apostaron a que Fidel tomaría el camino del fascismo y no el del comunismo. Los dos se equivocaron y les tocó perder. Eso fue todo.
Y que me perdonen las “viudas” de Cabrera Infante, pero es que me molestan las farsas y las tergiversaciones históricas vengan de donde vengan. Y sobre todo cuando conocemos los hechos y a los personajes bien de cerca. Hacerse llamar “Caín” explica más de cuatro cosas. Dijo un Diablo en una ocasión. Por eso y otras razones, yo me quedo con Abel.
Y hasta el próximo lunes amigos de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.
Fuente: Radio Miami
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