Eso parece estarle sucediendo a los mandamases de nuestros vecinos del norte, con el rollo que se les ha formado por el asunto de Edward Snowden, excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés)., quien entregó a la prensa información sobre los masivos programas secretos de vigilancia que el Gobierno de los EE.UU., a través de sus Agencias especializadas, mantiene sobre prácticamente todo ser humano que habita en el planeta tierra, incluyendo los que temporalmente circunvalan la orbita terrestre en misiones de exploración espacial.
Resulta que este “contratista[1]”, reclutado, entrenado y financiado por ellos mismos es un personaje que, por obra y gracia del proceso selectivo del gran imperio del norte, ha caído dentro de la categoría de personas catalogadas como “malas”, “peligrosas”, que “atentan contra la civilización” y cuanto título demoníaco quieran atribuirle.
Claro está, se trata de un “contratista” que repudió su condición de servidor del imperio por razones morales. Obsérvese que ▬ por lo menos hasta donde yo conozco ▬, el Sr. Snowden no ha hecho pronunciamientos políticos. Simplemente actuó según un dictamen de su conciencia, por considerar un irrespeto total el hecho que el Gobierno de los EE.UU. se abrogue sin más ni más, el derecho a fisgonear lo que dicen y lo que hacen todos los habitantes del planeta, incluyendo en eso a los ciudadanos de ese país que esos mismos gobernantes proclaman como el paradigma de la libertad individual y donde supuestamente más se respetan los derechos humanos, lo cual le adjudica, por obra y gracia de su dios todopoderoso (el de ellos no el de los demás mortales), la facultad de fungir como “gendarme del mundo”, con el omnímodo derecho a juzgar a todos los demás países del mundo.
A partir de ese extraño código legal basado en el insólito y enrevesado principio de “por mí y para mi todo, por ti y para ti nada”, los contratistas que por miles el Gobierno de los EE.UU. envía a Irak, Afganistán, Siria, Libia, Cuba, Venezuela, África y al país que les venga en gana, son “buenos”, mientras sirvan a sus intereses de la forma en que fueron programados y son “malos” si se les ocurre, como a este Sr. Snowden, actuar de acuerdo a principios morales, lo que equivale a enfrentarse a lo que el imperio proclama.
Así las cosas, algunos de estos personajes que han sido capturados en flagrante, con las manos en la masa, desarrollando actividades ilícitas dirigidas contra los sistemas legítimamente establecidos por sus pueblos en países como Venezuela o Cuba, caen en la categoría de “buenos” y por tanto los violadores de los derechos humanos de esos mercenarios (digo) “contratistas” son los gobiernos y los pueblos que fueron víctimas de sus andanzas. Esa ha sido la lógica del Imperio, que se vuela en pedazos ahora con el caso de Snowden.
Los refranes populares siempre expresan una autenticidad irrefutable y nunca ha sido más acertado el escogido como titulo de este comentario: “Quién siembra vientos recogerá tempestades”.
[1] Persona que por contrata ejecuta una obra material o está encargada de un servicio para el Gobierno, para una corporación o para un particular. (Esta es la forma elegante para designar a los actuales mercenarios).
Republicou isso em OlheCuba .
Me gustaMe gusta