Aunque la política del Gobierno norteamericano tiene ya 54 años de antigüedad, las diferentes administraciones que han pasado por la Casa Blanca no manifestaron voluntad política de cambiarla y la del actual Presidente Barack Obama tampoco muestra signos de quererlo hacer. La práctica indica que es todo lo contrario. El Departamento de Estado y la CIA continúan apostando al derrocamiento de la Revolución, mediante la propuesta diseñada en el 2004 por la administración de George W. Bush, con su conocido Plan para la “Transición Pacífica a la Democracia” en Cuba, estrategia que recibe fondos millonarios aprobados por el gobierno estadounidense para acciones subversivas, en especial el reforzamiento de los grupos contrarrevolucionarios de corte provocativos y las campañas de propaganda para intentar destruir la imagen de sus líderes históricos.
Este propósito nació el mismo año 1959 con el triunfo del ejército rebelde comandado por Fidel Castro Ruz y desde esa fecha no ha cesado, aunque con resultados negativos para Estados Unidos.
De acuerdo con documentos oficiales norteamericanos, el 22 de julio de1961 el Vice subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, envió un memorando al Secretario de Estado, referente al resultado de la reunión del Grupo Especial para Cuba celebrado dos días antes, en la cual se aprobó el presupuesto para el año fiscal 1961-62 para el Programa Encubierto, a partir de un largo informe presentado por la CIA que abarcaba varias actividades, entre ellas: las de inteligencia y contrainteligencia, acciones políticas, de propaganda y las actividades paramilitares. Dicho informe expone:
“Con relación a la propaganda el grupo consideró el alto presupuesto de 4 millones 204 mil dólares y según documento preparado posteriormente por la CIA el objetivo es continuar apoyando los medios de propaganda, incluidas las revistas, diarios, boletines y la radio, todo con el propósito de conducir una revisión continua de la efectividad de esos medios para intentar destruir la imagen popular de Castro en Cuba y combatir sus esfuerzos de propaganda a través de toda América latina”.
Si hace medio siglo el presupuesto era de cuatro millones, el de hoy debe estar multiplicado al menos por ocho, pues el asignado a la subversión ya alcanza la suma de 20 millones anuales.
Con estos antecedentes se puede entender mucho mejor el motivo por el cual cinco jóvenes norteamericanos de los que llegaron a La Habana a bordo del crucero Universe Explorer, junto a 600 estudiantes mediante el proyecto educacional Semestre en el Mar, fueron inducidos a participar en un acto provocativo diseñado por la CIA, en la residencia de uno de sus agentes en Cuba nombrado Antonio González-Rodiles, en el denominado Estado de SATS.
De acuerdo con informaciones divulgadas por la contrarrevolucionaria Miriam Celaya, los estudiantes norteamericanos “burlaron los controles policiales” y asistieron al encuentro con los elementos contrarrevolucionarios para escuchar a un cantautor cubano y sostener un diálogo con los presentes, según testimonio del bloguero contrarrevolucionario Walfrido López.
Esta acción de involucrar a jóvenes estudiantes norteamericanos del citado programa, en una actividad contrarrevolucionaria planificada desde Estados Unidos, es la prueba del disgusto de la CIA por la reanudación del programa Semestre en el Mar, el cual estuvo suspendido en los últimos 10 años, al constatar que los estudiantes regresaban a Norteamérica con una idea más real de Cuba, muy diferente a la que le han impuesto durante 50 años por medio de la propaganda diseñada por la propia Agencia Central de Inteligencia yanqui, tal y como se expone en sus documentos desclasificados y publicados en el Foreign Relations, 1961-63, Cuba.
Pero ni con esa manipulación pudieron cambiar la percepción objetiva que los estudiantes, mayoritariamente norteamericanos, se llevaron de la verdad cubana. Todos pudieron dialogar, intercambiar y confraternizar libremente con los estudiantes cubanos y pueblo en general. Caminaron por sus calles, bailaron al son de los tambores y disfrutaron el ron cubano, algo que tienen prohibido en su país por las leyes del Bloqueo.
Al final vista hace fe y esa es la razón por la cual desde enero de 1961 el gobierno norteamericano le prohíbe a sus ciudadanos visitar la isla; para hacerlo tienen que solicitar una licencia que expide el Departamento de Estado, quien controla ferozmente cada día, hora y minuto de su estancia, obligándolos a ejecutar acciones para lograr la inútilmente deseada “Transición Pacífica a la Democracia”.
Si la obra de la Revolución fuera tan mala como dicen ¿por qué no dejan a sus ciudadanos comprobarlo directamente?
Cada cual que saque sus conclusiones.