Por: Maria Carla Gonzalez
«Todo el mundo está en guerra, es una guerra mundial a pedazos… y no hay justificación”, planteó el Sumo Pontífice, en su más reciente Homilía, refiriéndose a la situación de crecientes conflictos que martirizan a la Humanidad. El Papa Francisco, agregó: “¿Qué queda de una guerra, de ésta, que estamos viviendo ahora? Ruinas, miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: tantos! y tanto dinero en los bolsillos de los traficantes de armas. El mundo sigue haciendo las guerras. El mundo no ha comprendido el camino de la paz«.
Tiene mucha razón El Santo Padre, ¿qué puede justificar las ruinas, la pobreza y tantas muertes inocentes? Sólo la ambición del poder político y económico de ejercer el control sobre los recursos naturales, que ciega los sentidos y despoja de toda humanidad a los hombres, lo que resulta más peligroso cuanto se comandan potencias, cuales se entrometen en los asuntos internos de otros países, creando falsos “salvadores” con el objetivo de modificar acción y pensamiento de aquellas naciones que son diferentes.
Lo que esta ocurriendo en Europa es un reflejo de las sabias palabras del Papa Francisco al Congreso estadounidense: “no desees para otros pueblos lo que no deseas para el tuyo, si queremos seguridad, demos seguridad, si queremos vida, demos vida”. Son varios los documentos publicados en Internet que demuestran los vínculos entre el EI, Francia y EE.UU., incluso revelan que estos últimos son responsables directos por su creación y promoción con el objetivo de derribar el gobierno constitucional de Siria, en su afán de cercar a Rusia y controlar los recursos naturales de la zona. Han criando cuervos que ahora pretenden alimentarse de sus entrañas.
Las reflexiones del Papa al Congreso, así como las expresiones en Laudato Si, de conjunto con los lamentables atentados terroristas ocurridos en París en los últimos días, deben servir de impulso para que el mundo avance por el camino de la paz en el marco de la Conferencia de París sobre Clima, cual reunirá durante 12 días (30 de noviembre al 11 de diciembre) a políticos y científicos de 195 países con el objetivo de alcanzar acuerdos legalmente vinculantes para hacer frente al cambio climático en su interacción con los Objetivos de Desarrollo Sustentable. De ese encuentro se espera pactar la reducción en un 15% de gases de efecto invernadero para el año 2020, gases que provocan el calentamiento global y el consiguiente cambio climático.
La XXI Conferencia Mundial sobre Cambio Climático (COP21), será la oportunidad de pasar de la guerra y la destrucción, al reconocimiento de responsabilidades, a la solidaridad y a la construcción conjunta de alternativas de producción y bienestar ambientalmente amigables.
Sin duda todos los países deberán cooperar, pero los industrializados tienen una obligación ética con el mundo y en especial con los países que acumulan pobreza y desigualdad social, cuales sufren en mayor medida las afectaciones provocadas por el cambio climático. Pero Europa y Estados Unidos, principales responsables por el calentamiento global, deberán definir políticas efectivas de transferencia, subsidiando la tecnología eólica y solar para que los países en desarrollo puedan satisfacer sus necesidades de energía mediante el uso de fuentes renovables y así evitar la quema de energía fósil o generación hidráulica con destrucción de ecosistemas sin detener su desarrollo.
Varias naciones, como las agrupadas en la CELAC, y China, llevan propuestas unánimes y concretas a la COP21 esperando este sea un lugar de compromisos serios y estructurales, y un motivo de reflexión que ayude a profundizar acuerdos de cooperación y solidaridad, donde se trabaje por el bien común y no por el individual, conceptos ampliamente defendidos por el Vaticano, cual espera el encuentro sea el «número uno de una nueva era».
Los acuerdos derivados de la COP21 marcarán el futuro de la Humanidad y en alguna medida contribuirán a evitar futuras guerras.
*editora del blog
En Twitter: @Santamambisa
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