Prensa pro yanqui, eje de nueva campaña


Especialistas de Estados Unidos en temas de guerra psicológica, seleccionan temas para sus campañas contra la Revolución cubana, con el fin de conformar matrices de opinión que intentan sembrar en los lectores. Ahora tocó el turno a la llamada “prensa independiente”, pero financiada y fabricada por oficiales de la CIA.

Ese tipo de guerra se conoce también como guerra política, para ganar las mentes y los corazones, con el ánimo planeado de evocar una reacción psicológica en otras personas, siempre dirigido a influir en el sistema de valores, destruir la moral, lacerar la credibilidad del sistema, manipular las emociones, el razonamiento y el comportamiento del público.

Estados Unidos emplea la guerra psicológica como una política habitual para agredir a los gobiernos que no se someten a sus órdenes, con el propósito de minar la opinión pública y dañar la valoración del pueblo sobre sus gobernantes.

Al igual que hicieron los nazis, los Estados Unidos emplean sus poderosos medios de comunicación para repetir, manipuladamente, temáticas de su interés contra sus adversarios, con el objetivo de influir en la actitud de las masas, sobre las que ejecutan sus operaciones psicológicas para ponerlas a su favor.

Es por eso que actualmente retoman la falsa afirmación de que Cuba “reprime” a la mal llamada prensa independiente y para ello se valen de organizaciones creadas para acusar a quienes consideran sus enemigos, como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que jamás ha denunciado la situación de la prensa estadounidense, esa que no puede publicar nada que afecte al sistema yanqui. A esta cruzada anticubana se sumó también el Senador Marco Rubio.

La algarabía preparada contra la Revolución se hizo visible en el show mediático diseñado durante el desarrollo de la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa, celebrada recientemente en Miami, capital de la mafia terrorista anticubana que da refugio a terroristas, asesinos a sueldo, ladrones y a cuanto deshecho de la sociedad existe.

Esa misma SIP jamás condenó la presencia en Miami del asesino Orlando Bosch, ni de Luis Posada Carriles, autores de la voladura en pleno vuelo de un avión civil de Cubana de Aviación, donde murieron 73 civiles inocentes, más otros crímenes entre ellos la colocación de bombas en oficinas y consulados cubanos en el exterior; planes para asesinar a Fidel Castro y artefactos explosivos detonados en varios hoteles en La Habana, con saldo de muertos y heridos, e incluso bombas en oficinas dentro del territorio de Estados Unidos, por lo que el FBI los consideraba personas peligrosas, aunque nunca los enjuició por contar con el apoyo de congresistas de origen cubano.

La matriz que pretenden sembrar en los lectores es que en Cuba “se reprime” a los seudo periodistas construidos por Washington y que dependen del salario que mensualmente reciben, junto a las líneas de mensajes que deben publicar en sitios de Internet.

Al no tener pruebas de esa supuesta represión, alegan que el gobierno “amenaza a los periodistas con enjuiciarlos”, pero ninguno ha sido encarcelado por su permanente presencia en las redes sociales con acusaciones falsas, calumnias y difamaciones, a pesar de que esas acciones tipifican como delitos en el código penal de Cuba y de muchos países del mundo, incluidos los Estados Unidos.

Ni uno solo de esos asalariados ha sido asesinado o desaparecido, como sucede en países de la región que jamás han sido acusados por los yanquis y sus organizaciones satélites.

Un ejemplo de la libertad que gozan en la Isla es Yoani Sánchez, convertida en periodista por el terrorista y prófugo de la justicia cubana, Carlos Alberto Montaner, agente de la CIA que colocaba explosivos en centros comerciales de La Habana.

Montaner la reclutó cuando era una emigrada en España y buscaba trabajo, imponiéndole como condición de regresar a Cuba y accionar desde adentro en la captación de jóvenes, para convertirlos en contrarrevolucionarios.

A pesar de sus calumnias y tergiversaciones de la realidad cubana, Yoani nunca ha sido detenida ni condenada por colaborar con una potencia extranjera. La táctica seguida con ella fue hacerla una “estrella” del periodismo y en solo tres años recibió los más altos galardones internacionales, como el premio Ortega Gacet, Cepos, Jaime Brunet, Príncipe Claus, María Moors Cabet, además se ser nombrada por el diario español El País, su corresponsal en Cuba.

Sus reuniones constantes con diplomáticos yanquis en La Habana se divulgan en el sitio oficial y a pesar de eso no es molestada por las autoridades.

Para fortalecer el trabajo que tiene que ejecutar en la Isla, los yanquis le crearon el periódico digital 14yMedio, sin ser reprimida.

Los inventos de la represión no los pueden demostrar porque no existen, pero la SIP y Marco Rubio no señalan al presidente Donald Trump, por sus constantes acusaciones a los periodistas y la prensa de su país, calificando a los reporteros como “enemigos del pueblo”, expulsándolos de la Casa Blanca, e impidiendo el acceso a las conferencias de prensa a aquellos representantes de los medios que le critican por sus mentiras y despotismo sin par.

¿Dónde están las acusaciones de Marco Rubio contra Milos Zeman, presidente de la República Checa, cuando en octubre de 2017 se presentó en una conferencia de prensa con un fusil de asalto AKM, falso, en el que se leía: “para los periodistas”; o su posición contra Robert Fico, quien fuera primer ministro de Eslovaquia hasta marzo de 2018, quien llamó a los periodistas: “sucias prostitutas anti-eslovacas, idiotas y hienas”?

Nada semejante sucede en la Cuba socialista que tanto odian.

Que decir de México, país en el que el periodismo es una de las profesiones más peligrosas y los reporteros asesinados en plena calle con total impunidad.  Allí la vida no vale nada, algo que los asalariados de Estados Unidos en Cuba no tienen ni idea de lo que es una verdadera represión mortal.

Esta operación de guerra psicológica contra la Revolución, se produce en la antesala de la presentación de Cuba del informe contra el criminal Bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto desde hace 60 años por Estados Unidos contra el pueblo cubano, en un intento desesperado por empañar una obra que sacó del hambre, el analfabetismo, la desigualdad y la discriminación a millones de cubanos.

Estados Unidos impone a los cubanos restricciones de acceso a determinados sitios en Internet, sanciona a empresas que trabajan en la red por relacionarse con Cuba, y prohíbe el acceso a las tecnologías para la navegación plena, algo que la SIP no tiene escrito en el guion que le entrega Washington para sus ataques a la Revolución.

Las autoridades cubanas dan pleno acceso al pueblo para la navegación en Internet, incluido Facebook, twitter y otros sitios, pero es Estados Unidos quien limita y sanciona a los cubanos que escriben a favor del proceso revolucionario, cerrándole sus cuentas para que la verdad no sea conocida, limitando la plena libertad de prensa, quienes sienten la persecución que les hacen los administradores de esos sitios por las informaciones que publican, situación que tampoco señalan los funcionarios de la SIP.

Yoani Sánchez viaja constantemente al exterior sin ser importunada, el asalariado José Daniel Ferrer, mencionado como “víctima del régimen” cubano por el senador Rubio, es un ejemplo de todo lo contrario, es asiduo visitante a Miami y con el dinero que recibe de sus patronos, ha adquirido nuevas viviendas, se ha casado varias veces y lleva una vida plena de placeres, según relatan sus propios seguidores.

Las informaciones falsas las inventaron en Estados Unidos, no en Cuba o Venezuela y son precisamente para engañar a la opinión pública, tal y como ejecuta el presidente Donald Trump.

Gracias al acceso logrado por millones de cubanos a las redes sociales, se percatan de las mentiras que escriben los “periodistas independientes”, esos que la embajada yanqui en La Habana formó a la carrera en cursos emergentes.

Cuando informan de la supuesta “represión policial” en Cuba y adjuntan las fotos, hasta los más tontos del mundo observan a los agentes del orden sin armas largas, escudos, cascos, chalecos anti balas, y la ausencia de gases lacrimógenos y carros lanzando chorros de agua, como sucede en otros países donde se reprime salvajemente a los que se oponen a las políticas neoliberales, entre ellos Francia, Chile, Argentina, Estados Unidos y por estos días Ecuador.

En Cuba no hay cabida para la mentira y la contrarrevolución pro yanqui, quienes la visitan constatan la libertad de movimientos y de expresión de sus ciudadanos, la seguridad existente y la ausencia de la represión que mencionan los asalariados de Washington, pues desde 1959 se acabaron la tortura, los desaparecidos y asesinados por la policía y los chorros de agua para reprimir a los estudiantes.

La prensa cubana, como dijo José Martí:

“Es el examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas”.

Arthur González.

 

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