Las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos: duro golpe para la extrema derecha cubano americana


Rosa Marçia Payá y Berta Soler.
Rosa Marçia Payá y Berta Soler.

Por: Mariano Álvarez

El pasado 20 de julio fue izada nuevamente la bandera cubana en la capital norteamericana, primer paso hacia la normalización de las relaciones entre Cuba y EE.UU., Sin duda un hecho histórico que marca una nueva etapa en los vínculos entre ambos países.

También implica el mayor descalabro que haya recibido la extrema derecha cubano americana y el llamado “exilio histórico” desde 1959 a la fecha, siempre opuestos al mejoramiento de las relaciones entre ambas naciones a través de acciones de todo tipo, incluidas las provocadoras y violentas.

Sin embargo, a pesar de su derrota, en este mismo instante siguen maquinando planes encaminados a descarrilar el proceso. No quieren darse cuenta que este no tiene marcha atrás. En ese sector despuntan los congresistas y senadores anticubanos que trazan las pautas a la organización denominada Asamblea de la Resistencia, que encabezan el Directorio Democrático Cubano y MAR por Cuba.

Un por ciento abrumador de pueblo norteamericano, el 73% según encuestas recientes, está a favor del restablecimiento de las relaciones, al igual que la inmensa mayoría de los cubanos.

En esa línea el 19/7/15, en víspera a la apertura de Embajada en Washington, un elevado número de organizaciones y personalidades del «exilio» dieron su apoyo a este proceso. Aparecen como firmantes de la iniciativa ciudadanos cubanos radicados en Miami, Florida, Nueva York, Washington, México, Colombia, Dominicana y Puerto Rico, entre otros países.

No debemos perder de vista que existe otro grupo de cabecillas dentro de la oposición cubana que se ha montado en el tren por conveniencia, que supuestamente mantiene una línea independiente del Departamento de Estado, pero los hechos indican todo lo contrario en tanto son los nuevos beneficiarios de los fondos institucionales y actúan como punta de lanza contra Cuba en el nuevo escenario, particularmente dentro de la llamada Sociedad Civil, como quedó demostrado en la pasada Cumbre de las Américas que tuvo lugar en Panamá.

Es válido recordar que allí en Panamá, fue el Departamento de Estado quien nombró y financió los delegados no oficiales que asistieron a los foros paralelos realizados, que ellos mismos identificaron como la verdadera sociedad civil cubana.

Rosa María Payá fue uno de esos privilegiados, como también lo fue en esta ocasión al ser una de los dos invitados a la conferencia de prensa que ofrecieron el 20 de julio, en el Departamento de Estado, John Kerry y Bruno Rodríguez, Secretario de Estado de Estados Unidos y Ministro de Relaciones exteriores de Cuba, respectivamente, al concluir el acto de inauguración de la Embajada Cubana en Washington.

Sin embargo, según despacho de la agencia EFE Payá dijo: “Kirby (Portavoz de Dpto. de Estado) me advirtió que si hablaba, si hacía una pregunta, sería inmediatamente removida de la sala por la seguridad. Este es el tipo de advertencia coercitiva que recibimos en Cuba todos los días o que recibí yo en Panamá, realmente es increíble que nos encontremos el mismo método dentro del Departamento de Estado”.

Ese comentario de Payá nos permite dos conclusiones:

 Primero; legitima que es una subordinada de los funcionarios norteamericanos a quienes respeta y obedece.

 Segundo; establece que seguirán siendo utilizados a su conveniencia hoy, mañana y siempre.

 Finalmente, el gobierno norteamericano aprendió que la llamada oposición cubana interna y externa no tiene poder de convocatoria en Cuba ni desempeñará ningún rol en la actualización de nuestro sistema político-social y económico.  Todos están más interesados en el dinero que reciben de sus patrocinadores, que en los “proyectos políticos” que dicen defender.

 A pesar de sus descalabros la extrema derecha pretenderá descarrilar el proceso de normalización. Desplazada y viendo su retroceso no cejara en su empeño y para lograrlo acudirá a todo tipo de provocaciones. Los congresistas cubano americanos, liderando la extrema derecha estarán planeando acciones constantemente en esta dirección.

 El sentido común aconseja no dejar espacios para que la contrarrevolución interna y externa entorpezca un proceso, que resulta beneficioso para Cuba, Estados Unidos, América Latina y el mundo.

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