Por María Carla González (dedicado a mi hija)
Esta última semana de agosto, los adultos en los hogares cubanos estamos agitados con los preparativos para el inicio del nuevo curso escolar. Que si pruébate el uniforme, la mochila, los zapatos… Mi hija cuando vio sus libros nuevos se puso muy contenta, los revisaba, quería forrarlos, incluso se preocupó por la cantidad de contenido nuevo que tendrá.
Cada vez que le preguntan si quiere que comience el curso, risueña dice que sí, porque tiene deseos de ver a sus amigos y contarle todo lo que hizo en las vacaciones; y yo soy una madre feliz de verla tan desenvuelta y dispuesta.
Estos días hacen que me sienta más orgullosa de vivir en Cuba, de nuestro sistema social que hace un gran esfuerzo para garantizar que cada niño vaya a la escuela, con uniforme, con sus libretas y libros. Para los que solo deciden ver las sombras les recomiendo que escuchen a nuestros infantes, que con la inteligencia de la niñez, saben que el inicio del curso es un momento único porque se reencontrarán con sus amigos y maestros. Sintámonos privilegiados de que en nuestras escuelas hay seguridad, que los niños y niñas de Cuba son felices porque irán con sus uniformes y pañoletas y serán recibidos por los educadores con un fuerte abrazo. Saben que comienza un nuevo año de sueños y aprendizaje.
La Santa Mambisa 
Gracias a esa gran Revolución Cubana, nuestros hijos se sienten orgullosos de poder tener su primer día de clases, los padres, en mi caso, tranquilo y confiado de que esto ayudara a trazarle el futuro luminoso de su vida como hombre de bien, Felicidades Maria Carla por abordar este tema tan sentimental.
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